Charlamos, comemos, fumamos, caminamos, trabajamos juntos, maneras de hacer el amor sin enterarse, y los cuerpos se van llamando mientras viaja el día hacia la noche.

Escuchamos el paso del último tren. Campanadas de la iglesia. Es media noche.

Nuestro trencito propio se desliza y vuela, anda que te anda por los aires y los mundos, y despúes viene la mañana y el aroma anuncia el café sabroso, humoso, recién hecho. Se te sale por la cara una luz limpia y el cuerpo te huele a mojadumbres.

Empieza el día. Contamos las horas que nos separan de la noche que viene. Entonces nos haremos el amor, el tristecidio.


Eduardo Galeano - Días y noches de amor y de guerra.