Con los pies en la arena
El marhipnotiza, es cierto. Embriaga. Eso pienso, cuando miro mareado la espuma querefleja blanca, quizá la luna. Es un ritual que se repite cada noche. De nohacerlo me vuelvo duda. Descarto toda posibilidad de seguir solo y sostengoesta afirmación, mientras menea mi pensamiento la sal de la brisa.
La caña depescar es la pluma imaginaria que te evoca. El ensueño que aferra mi manocuando, lejana, desconocida y ausente, me das sentido. La línea no tieneanzuelo, no hay cebo de engaños para los desprevenidos peces. Esto es entre túy yo. Nadie más. Y es este cuadro de pescador solitario la ilusión que protegea las miradas curiosas. No es que me importe parecer un loco, sólo me inquieta causarsobresaltos. Es un juego inofensivo y, tal vez, generoso.
A lo lejos seescuchan risas; cerca, el murmullo del mar compone adorables melodías.Entonces, dibujo un rostro y una mirada para llamarte mía. Y te hablo. Megustan las palabras que me digo cuando te hablo.
Ejerciciorecurrente y provocador. Bálsamo de mi existir. Amor inventado, sórdido placerde un cansancio viejo.
El amor separece tanto al mar. Te lleva y te trae en cada caricia. A veces golpea, ahoga,arrastra al fondo y abandona; otras, empuja a la superficie para salvar vidas.Aletarga siempre y también, sabe a resaca por la mañana.
Aunque, de poderelegir, diría que el amor es tenerte en mis brazos, una noche de mil veranos,bajo la luna.
Publicado por mi costado optimista e ilustrado por Maríadel Mar Pérez