el retrovisor

Dame tu email y estamos en contacto.

Sencillísimo; casi tanto que si alguien responde no tengo mail, seguramente lo miraremos raro, como si viviera en otro mundo, en ese mundo lejano de sellos postales y gusto amargo en la lengua porque a nadie se le ocurrió que había que fabricar unos con sabor a frutilla.

Correos electrónicos, e-mails (electronic mail), son parte de la vida diaria o por lo menos de la vida diaria de nosotros, los privilegiados que disfrutamos de estar del lado de los pocos que usan internet en este planeta.

Probablemente, desde que Morse envió el primer telegrama diciendo What hath God wrought! (Lo que Dios ha escrito) a mediados del siglo 19, las comunicaciones empezaron a tener otro sentido. Poco después apareció Bell gritando Mr. Watson, come here, I want you (Señor Watson, venga aquí, le necesito) en el primer teléfono y desde entonces, la tecnología ha avanzado mucho pero las tonteras que seguimos diciéndonos los unos a los otros son más o menos las mismas.

Guillermo Marconi - 1896

Pasó un siglo y en 1961 se instala en el Instituto MIT un modelo de computadora al que los usuarios podían conectarse. La idea era compartir información mediante mensajes que se archivaban en directorios personales. Su creador lo llamó intra-computer email. Para fines de esa década, el sistema se amplia y hay varias universidades conectadas a un sistema llamado ARPANET Advanced Research Projects Agency Network.

La historia oficial dice que en 1971, Ray Tomlinson, un ingeniero, tuvo la idea de utilizar todas estas redes como una alternativa al correo tradicional y lo probó enviándose un mensaje a si mismo y, para separar el nombre del mensaje, se le ocurrío sacar de la galera un carácter tipográfico que estaba en desuso: la arroba. En 1973 se produce la primera conexión internacional. En 1976, la reina Isabel de Inglaterra se convierte en el primer jefe de estado en utilizar el correo electrónico.

Pero nada de eso era gratuito, el costo de cada mensaje se estimaba en unos cuatro dólares.

En 1979, los estudiantes Tom Truscott y James Ellis crean USENET, el ARPANET de los pobres. Obviamente, tuvo un éxito fenomenal. En pocos años se crean listas de correo y los primeros virus.En 1990 aparece Eudora 1.0. el primer cliente de correo con un entorno gráfico y tres años después aparece una versión gratuita del programa. Se dice que en ese momento sólo había unas 100 direcciones web en el mundo.

Luego, llega la modernidad; en 1996 Microsoft lanza el Internet Mail and News 1.0 que luego se llamará Outlook y formaba parte de Internet Explorer 3.0. Ya para esa época, el correo electrónico superaba en volumen al correo tradicional.

Ya en el inicio de nuestro maltratado siglo 21, la cantidad de emails que se envían anualmente llega casi a los cien mil millones.

Eso que ahora es algo común y no nos asombra, hace unos pocos años, eran cosas extrañas y seguramente, abrimos Outlook Express, abrimos una cuenta en Hotmail y nos mandamos un correo a nosotros mismos para ver de que se trataba aunque los incorfomistas experimentamos con otras alternativas como Eudora o el ahora renovado IncrediMail y sus notificadores que ladraban o con voz engolada nos decían you have mail.

Y entonces, aparecieron los servidores online y Yahoo fue el rey que ¡hasta tenía la posibilidad de alojar archivos!

Hacia el 2004, buscábamos una invitación para el nuevo servicio del que todos hablaban aunque nadie lo había probado: GMail y sus 1000MB de espacio disponible.

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¿Pero ya funciona? ¿Como nos apuntamos?

Y aquí estamos ... me temo que la tecnología nos hace envejecer demasiado rápido.