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La cultura del spaghetti

La cultura del spaghetti

Hartazgo

Me tiene harto el hartazgo. Me tienen harto las minorías que no saben perder y las mayorías que no saben ganar. Me tienen harto las suposiciones, las contradicciones y las adjetivaciones. Me tienen harto los doble estándares. Me tienen harto las palabras vacías, los dedos acusatorios y los pronósticos apocalípticos. Me tienen harto las banderas, los himnos, las plegarias, los discursos y las diatribas. Me tienen harto las élites que creen que todos los demás somos idiotas y no sabemos ni debemos elegir. Me tiene harto leer lo que leo, oír ...

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Un recuerdo para Tía Ana

I La primera vez que Tía Ana habló de la fiesta fue un lunes a la noche cuando apenas habíamos terminado de cenar y los grandes charlaban de cosas aburridas, mientras los chicos jugábamos en el patiecito, tratando de no hacer mucho ruido. Mamá le preguntó de qué estaba hablando y Alex se rió en silencio, cosa que hacia cada vez que Tía Ana decía algo aunque, en realidad, ella sólo había hecho una pregunta: ¿Mandaste las invitaciones? la pregunta se la había hecho al Tío Mauricio que tosió y volvió a encender su segundo cigarro. ...

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Inspira respira suspira

Podría hablar . . . de las hormigas en fila india atravezando el jardíndel color de los ojos de la Giocondadel viento sururrando sobre los álamosde los molinos del Quijote y las luchas inútilesde lo que soy y lo que nunca seréde lo que fui y tampoco volveré a serdel amordel odiode la indiferencia del negro, del blanco, del azul y del rojo. Sólo se trata de poner una palabra detrás de la otra y dejarse llevar a donde ellas quieran. Que sean ellas las que nos gobiernen y nos hagan escribir . . ...

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conexiones

Las palabras sólo sirven cuando están desnudas cuando están vacías de miedo y soledad cuando son gestos prolongados manos en el aire quejidos de amor. Las palabras son siempre animales solitarios luces que vagan titubeantes en la oscuridad brazos desconocidos agua de lluvia días de sol. Las palabras son gorriones sin árboles ni cielo cuando bajan a buscar sus migajas en las calles son adioses que se acunan sin sonido selvas vírgenes ángeles sin alas.

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Una noche en un lugar

Caminaba en medio de la noche. Oscura. Desierta. Nadie que lo mirara. Nadie que le preguntara su nombre, su edad, su procedencia. Un árbol, dos, tres, una línea de árboles que se extendía hacia lo lejos, cortada por negros cables de electricidad. Líneas paralelas. Charcos en el centro de la calle. Migajas de pan que lo guiaban hacia alguna parte. Una procesión de paisajes helados. Viejas fotografías como esa calle desolada. Pensó varias veces en una mujer. Era bonita y elegante, suave ...

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de regalo

La vida te la dieron de regalo un paquete bien envuelto y una palmada en el hombro. Nadie te preguntó nada nadie te consoló el primer día y para colmo, te dijeron que no tenían la culpa. Y así, la vida se convirtió en un tesoro en eso pegajoso y fascinante que acorrala los sueños y desdibuja las risas.

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Un señor con una media rota

Un señor con una media rota es un señor, pero chiquito, un señorcito, un pobrecito, un nadie, pensaba Sebastián mientras se miraba aquel agujero justo en el talón. Un hermoso círculo en la tela negra. No había caso, por más que buscaba, no tenía ningún otro par, todos estaban mojados y no iba a salir a la calle con medias húmedas a menos que quisiera pescarse una pulmonía. Con mucho esfuerzo, logró acomodarse el zapato para que no se notara. Mientras bajaba en el ascensor, se dio una última mirada. El cabello en orden, una buena ...

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Destinos

La gente observa los canarios en sus jaulas y tal vez sienten que una parte de ellos está allí, prisionera entre esos barrotes. Sienten la tentación de abrirles la puerta y dejarlos libres, pero jamás lo hacen. Saben que el pájaro se confundiría frente a tanto espacio y terminaría escapando por la ventana, para gozar de un instante fugaz de libertad, antes de terminar muerto de hambre o por el hambre de algún gato callejero. La gente es así. El canario observa aquella monstruosa imagen tras los barrotes. Se ve en sus ojos y ...

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Nos vendieron

Nos vendieron la lucha armada, la patria socialista, la revolución como una sopa instantánea, los héroes con y sin barba. Nos vendieron el fin de la historia, la muerte de las utopías, la Escuela de Chicago, el libre mercado y la globalización. Nos vendieron la guerra preventiva, la fama en un tubito, la juventud perpétua y las rubias de New York. Nos vendieron la libertad de prensa, los derechos de autor, el libre albedrío. Nos vendieron . . . y nosotros compramos. Nos vendieron el alma, la sangre, el ...

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Insomnio sin hache

Los fantasmas más terribles no son los que nos muestran las películas, tienen caras que conocemos, gestos que recordamos, palabras que hemos escuchado, una y mil veces en tantas noches de insomnio. Aparecen cada tanto en medio de una modorra que no llega a concretarse para recordarnos que nos pertenecen porque nosotros les pertenecemos . . . para siempre. Vienen a hurgar viejas heridas como hienas insaciables en una selva infernal, recomienzan los juegos, hacen trampa, se esconden justo cuando estamos a punto de aniquilarlos. Nos someten a sus designios, nos manejan, nos ...

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